SAN JUAN, PR – Febrero 2017 – Esta es la semana del policía. Cuando me enteré, lo primero que pensé fue en lo injusta que es esa carrera, lo difícil que es ejercerla, y cuán sacrificada es la vida de un policía. Entonces, cuando me senté a escribir este editorial, me dí cuenta de que esa mentalidad me hace parte del problema. ¿Cómo puedo celebrar y defender a los que imponen la ley y el orden, si no reconozco su valía? Mis primeros pensamientos al pensar en un policía deberían ser sobre su valentía, heroísmo y vocación, y no en el sacrificio que conlleva decidir ser un oficial de la ley. Vivimos en una sociedad donde no se respeta al policía.

Mis pensamientos entonces se desenfocaron un poco, y me puse a pensar en la Semana del Bombero. ¡Cuán diferentes son los pensamientos, míos y ajenos, cuando se piensa en un bombero! Ahí sí pensamos primero en que son héroes, valientes guerreros que se atreven a entrar a un edificio en llamas para salvar una vida. Pero, ¿y no es eso precisamente lo que hace un policía cada vez que se reporta a la escena de un crimen en proceso? Cuando sucede un tiroteo, una pelea o un altercado a la paz, la gente se va corriendo para huir del sitio. Los policías son los que corren HACIA ese lugar, y hacen lo posible dentro de sus capacidades para salvar vidas y detener a los malhechores.

¿Qué usted piensa que le pasa por la mente al policía que se tiene que reportar a un tiroteo en uno de nuestros residenciales públicos? ¡Pero no nos limitemos a ese tipo de violencia en nuestro análisis! Vamos a pensar en los otros tipos de violencia a los que el policía se enfrenta día a día. Como por ejemplo, la violencia del ciudadano que se enfurece cuando el policía lo detiene porque se comió la luz roja en una intersección de mucha congestión, o cuando lo detiene para darle una infracción por exceso de velocidad. ¡Ahí sí que nos llenamos la boca expresándole al policía todas las razones por las cuales es una mala persona, porque no nos va a perdonar esa única infracción y "darnos un chance"! ¿Y qué me dice de la violencia que lo recibe cuando tiene que hacer cumplir una ley que no es del agrado del pueblo? Como por ejemplo, detener una manifestación donde se le impide el tránsito a los grupos contra los que se protesta. ¡El primer comentario en las redes sociales es que los policías son unos vendidos, que no representan los intereses del pueblo, y que no les importa el bienestar del pueblo!

Fíjese que ironía: vemos muy claro el sacrificio y heroísmo del bombero, y sabemos que salvan vidas porque es obvio - si te quemas, te puedes morir. Sin embargo, no vemos esas mismas cualidades en el policía, que cuando entra al tiroteo, está literalmente interponiéndose entre las balas y los ciudadanos. El policía que bien pudo haber salvado no una, sino varias vidas al darnos el boleto por comernos la luz, o por guiar muy rápido, porque los accidentes de tránsito reclaman vidas constantemente. Y el policía que en su sacrificio por hacer cumplir la ley, se enfrenta a manifestantes que muy bien pueden representar sus ideales y convicciones, pero que lo están haciendo mientras violan leyes y violentan los derechos de los demás. Vuelvo a preguntar, ¿qué le pasa por la mente a ese policía cuando la persona que arresta en una manifestación es su hermano, su vecino o su amigo? ¿Qué piensa?

¡Ah, se me olvidaba! No podemos, ni usted ni yo, saber ni imaginarnos qué le pasa por la mente al policía en ese momento, porque ni usted ni yo somos policías. Todos sabemos lo que se siente ser un ciudadano en este bendito país, pero solo los que están dentro del cuerpo de la policía saben lo que significa ser policía. Ellos son los que entienden el por qué aceptan turnos terribles, vivir en un cuartel porque le asignaron un puesto en San Juan aunque vive en Mayagüez, no contar con el equipo necesario para asegurar su vida y la de los ciudadanos que sirve, saber que su familia lo despide cada vez como si fuera la última, porque muy bien puede serlo, tomar decisiones de vida o muerte en segundos, y en general arriesgar su vida para que usted y yo podamos vivir la nuestra. ¡Ah! Y todo eso por un sueldo de $2,700.00 al mes.

Aunque repito, nadie más que los policías saben por qué lo hacen, yo que trabajo mano a mano con muchos de ellos en mis trabajos de investigación privada me atrevo a tratar de adivinar. Yo creo que lo hacen por vocación. Sí, la misma vocación que lleva a un maestro a querer enseñar, o a un bombero a salvar vidas y propiedades contra fuegos. Esa es la vocación que debe llevar a un policía a ponerse el uniforme día tras día, a sabiendas de lo que le espera. Y estando muy conscientes de que casi nadie se lo va a agradecer.

Hoy, yo quiero aportar un granito de arena a mejorar la calidad de vida de nuestros policías, dándoles las gracias.

• Gracias, por velar por la seguridad de mi gente.

• Gracias, por asegurar que vivimos en un país de ley y orden y no en una anarquía.

• Gracias, por asegurar el bienestar de mi familia y hacerme pensar que puedo criar aquí a mis hijas.

• Gracias, por hacerme sentir más seguro cuando tengo que salir a trabajar y dejo a mi esposa sola.

• Gracias, por disminuir las probabilidades de que cuando salga a ese trabajo muera en la carretera.

• Gracias, porque no se quitan.

Gracias.