AN JUAN, PR – Marzo 2017 – Esta fue la noticia que recibió Theresa Troeckler al llevar su caso a una corte de Illinois. Resulta que alguien, en una llamada anónima, le informó que su carro estaba siendo rastreado por un GPS que alguien plantó sin su consentimiento. Al buscar en el chasis de su vehículo, comprobó que, en efecto, había un dispositivo de GPS pegado por un imán. El aparato era un World Tracker, que envía información sobre la localización del dispositivo al celular o buscador web del dueño del mismo por un periodo ininterrumpido de seis meses, luego de los cuales hay que cambiarle la batería.

Esto fue el comienzo de una pesadilla para Troeckler, quien junto a la policía de su región, comenzó una investigación. Primero, la compañía que fabricó el dispositivo de GPS, Tracking The World, se negaba a darles el nombre del dueño del dispositivo, y les hizo perder meses en la investigación. Finalmente accedió a darles el nombre del individuo, y luego de más trabajo investigativo por parte de los detectives policíacos, se descubrió una conexión con el ex hijastro de Troeckler, Donald Zeiser.

Zeiser nunca negó haber comprado el dispositivo y pagar a otros para que lo instalaran en el carro de Troeckler. Sin embargo, cuando Troeckler lo demandó en la corte civil, se refugió en el argumento de no haber hecho nada malo. El caso fue llevado por la causa de invasión de privacidad. El abogado de Zeiser argumentó que colocar un dispositivo GPS en el carro de otra persona y rastrear ese vehículo no invade la privacidad de nadie. Este argumento se basó en que el auto de Troeckler transita por vías públicas, donde cualquiera puede verla y rastrear sus movimientos.

La juez que vio el caso, Staci Yandle, decidió que ese argumento era válido debido a un precedente en el estado de New Jersey, donde un caso similar fue desestimado por el mismo argumento, donde el auto es conducido en vías públicas sin ninguna expectativa de privacidad. El abogado de Troeckler indicó que el implantar y usar ese GPS en el auto de su cliente sin su conocimiento y consentimiento iba en contra de la cuarta enmienda de la constitución, que garantiza el derecho a la privacidad y que la misma no se puede violentar sin una orden judicial. Sin embargo, la juez decidió irse del lado de la defensa y el caso quedó desestimado. Todavía está en litigio.

En resumen, la decisión final sobre si alguien puede seguirle los pasos a otra persona mientras usa su vehículo privado es del juez que vea el caso. Aunque parezca mentira, cualquier persona puede, si le da la gana, poner un dispositivo de rastreo en el vehículo de otro, monitorear sus movimientos por un periodo de tiempo indefinido, llevar un registro de esos movimientos por escrito (o digital), y es probable que se determine como una práctica completamente legal. Eso no quita que sea extraño, sospechoso, inquietante y detrimental para la paz mental del investigado, pero según el sistema judicial de algunos estados, puede que sea permitido.

 

Fernando Fernández,  PI, BAI, CCDI, CII, CAS

Presidente - Covert Intelligence, LLC

Fernando Fernández se dedica a la investigación privada en el Caribe desde hace más de 10 años con su compañía Covert Intelligence, LLC. Además de ser experto en investigaciones tecnológicas y de informática forense, se especializa en lenguaje corporal y micro/macro expresiones, investigaciones criminales, y ofrece seminarios sobre el arte de la interrogación. Es autor de la novela "Paradise Undercover", basada en sus experiencias en investigaciones en el Caribe.