SAN JUAN, PR – Julio 2017 –  Hace bastante tiempo que las compañías de alarmas integraron sistemas inteligentes a sus artefactos electrónicos, donde el usuario puede manejar las luces, cámaras de seguridad, sistemas de música y otros aparatos con un comando de voz, una aplicación de teléfono o con los botones del sistema como tal. A estos sistemas integrados se les llama "casas inteligentes". En los últimos años compañías como Google y Amazon se han añadido a la lista de proveedores de este tipo de sistemas, con alternativas como "Alexa", que es un "asistente personal activado por voz", que se integra al sistema de casa inteligente de Amazon conocido como "Echo".

Recientemente, en un caso de violencia doméstica, la policía acudió al rescate de una víctima luego de una llamada al 911. En la grabación de la llamada se escucha a la víctima gritar "¡Alexa, llama al 911!". Realmente esto no es posible, ya que el sistema de Alexa no es capaz de generar una llamada telefónica todavía. Sin embargo, esta reacción por parte de la víctima, quien pensó que Alexa podía ayudarla, llevó a Laura French, editora de la revista Forensic Magazine, a preguntarse hasta dónde la tecnología moderna puede intervenir en situaciones violentas, y si en efecto podría ser una herramienta de ayuda y apoyo a víctimas de violencia doméstica, y a abundar sobre ello en su columna semanal.

En una entrevista con Forensic Magazine, Erica Olsen, directora del proyecto "Safety Net" dijo: "Toda tecnología presenta tanto riesgos de seguridad como estrategias para su buen uso." El proyecto Safety Net se enfoca en la tecnología y su impacto en los sobrevivientes de abuso y acoso. "Vemos todas las maneras en las que los victimarios usan la tecnología como táctica de abuso, para rastrear, acosar, molestar o controlar a la víctima. También vemos cómo los sobrevivientes pueden usar la tecnología de manera estratégica para proteger su privacidad y seguridad."

Específicamente, el desarrollo de aplicaciones para teléfonos inteligentes es un área de preocupación para Safety Net. Muchas aplicaciones se desarrollan con el propósito de proveerle a posibles víctimas la oportunidad de grabar la situación de abuso o acoso, y comunicarse con las autoridades de manera furtiva para no llamar la atención del victimario. El problema con este tipo de aplicaciones es que, por un lado, le ofrecen a la víctima un sentido de seguridad falso - la posibilidad de llamar a la policía no implica que la policía está cerca. Por otro lado, todas las aplicaciones y desarrollos de sistemas cibernéticos requieren de un mantenimiento por parte de los desarrolladores. Es decir, si la aplicación no se actualiza constantemente, su funcionalidad se pierde según los teléfonos y otros aparatos continúan en su desarrollo regular.

Dice Olsen: "Los que desarrollan tecnologías para apoyar la seguridad de las personas tienen que tener un compromiso a largo plazo. Estas tecnologías nunca van a ser algo que podamos subir a nuestros teléfonos inteligentes y olvidarnos de ellas, sin darles mantenimiento o actualizarlas." Además, Olsen indica que la mayoría de las aplicaciones simplemente no funcionan según anunciadas. "La mejor manera de pedir ayuda es llamando directamente al 911," concluyó. También indica que existen muchos programas de espionaje y rastreo en los teléfonos inteligentes que los victimarios pueden usar para saber qué está haciendo la víctima en su teléfono, y de esta forma se enteran de que están buscando ayuda. De hecho, hace unos meses este servidor publicó un editorial precisamente sobre ese tema, y en él ofrezco un listado de las aplicaciones de espionaje que existen en el mercado abierto.

Más allá de las aplicaciones móviles, Olsen entiende que todos los desarrolladores de sistemas tecnológicos dedicados a la asistencia personal y a casas inteligentes deben comenzar a pensar en las maneras en las cuales sus sistemas pueden ser utilizados tanto por victimarios como por víctimas. Da como ejemplo las casas inteligentes, donde el sistema usualmente requiere de un usuario principal, quien tiene acceso a todas las funcionalidades del sistema. Si esa persona es el jefe de familia, y es quien victimiza a su pareja e hijos, entonces el victimario tiene acceso completo a las cerraduras, luces, cámaras de seguridad y otros elementos del hogar que le dan aún más control sobre sus víctimas.

Por otro lado, los sistemas pueden contener códigos que les permitan ofrecer ayuda y apoyo a las víctimas, reconociendo situaciones de peligro y ofreciendo recursos de ayuda. Ese fue el caso de Siri, la asistente personal integrada a los sistemas de iPhone desde el modelo 4S. Antes, Siri no sabía qué responder si le preguntaban por el número de asistencia de suicidios, o centros de crisis para violaciones. Una vez esto se dio a conocer, Apple hizo los cambios necesarios para que Siri pueda ayudar en esos casos. "El pensamiento debe ser: ¿Cómo la gente usa esta tecnología? Si es lo que usan a diario, es a lo que van a recurrir cuando necesiten información de emergencia. Le van a hacer preguntas como: ¿Soy víctima de abuso? ¿Qué es abuso? El desarrollador de la tecnología debe estar consciente de esto," asegura Olsen.

Como investigador veo casos difíciles, donde la víctima a veces ni siquiera cree que está siendo abusada porque entiende que se merece el trato cruel al que es sometida. Entiendo que la postura de Olsen, que hace responsable a los desarrolladores de sistemas de asistencia personal por ofrecer ayuda a las víctimas es entendible, y loable. Sin embargo, creo que es importante recalcar que la llamada al 911 es el paso más importante en un caso de violencia. Además, creo que toda persona debe buscar los sitios de ayuda para situaciones de crisis aún cuando no sea, o no crea ser, víctima de abuso o acoso. Tener esa información accesible puede ser un asunto de vida o muerte. La tecnología vino para quedarse, y cada día nos acerca más a un mundo totalmente cibernético, pero a la hora de la verdad, solo podemos contar con nuestras mentes y nuestros instintos para salvarnos de situaciones de riesgo.

Fernando Fernández,  PI, BAI, CDRS, CCDI, CII, CAS, CHS-II

Presidente - Covert Intelligence, LLC

Fernando Fernández se dedica a la investigación privada en el Caribe desde hace más de 10 años con su compañía Covert Intelligence, LLC. Además de ser experto en investigaciones tecnológicas y de informática forense, se especializa en lenguaje corporal y micro/macro expresiones, investigaciones criminales, y ofrece seminarios sobre el arte de la interrogación. Es autor de la novela "Paradise Undercover", basada en sus experiencias en investigaciones en el Caribe y de la libreta "El Arte de Detectar Mentiras"