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EL ADN NO ES UNA PRUEBA INFALIBLE - TODO DEPENDE DEL INVESTIGADOR
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SAN JUAN, PR – Enero 2018 –  Desde que el ADN se estableció como posible evidencia en casos criminales en el 1987, muchos adelantos científicos han desarrollado y pulido las técnicas de identificación gracias a ese recurso, haciéndolo más confiable y contundente como evidencia en una corte. Sin embargo, esos mismos adelantos nos permiten establecer parámetros para el uso debido e indicado de esas evidencias, desde su recolección en la escena de un crimen hasta su análisis y consecuente uso como herramienta de identificación de un posible criminal. Un buen investigador está al tanto de estos adelantos y sabe cómo sacarles partido. Este es el caso de mi amigo y colega, Brian McGuiness, quien salvó a un inocente de caer tras las rejas gracias a su perspicacia y pensamiento rápido a la hora de evaluar la evidencia presentada por la fiscalía.

El asesinato del diseñador de carteras Harl Taylor en el 2007 en las Bahamas fue caso de trascendencia internacional. Desde el principio el caso fue plagado por errores y acciones nebulosas por parte de la policía de las Bahamas. Nunca estuvo claro el orden de los hechos que llevaron al descubrimiento del cadáver de Taylor, y por lo menos un oficial de ley y orden, quien estaba fuera de horas de servicio, estuvo involucrado. Luego de varias irregularidades, que incluyen el almacenamiento de evidencias en un apartado de la policía por días luego del crimen sin explicación alguna, la fiscalía se valió de evidencia de ADN recolectada en la escena del crimen gracias a las abundantes manchas de sangre que se encontraron allí. Originalmente trataron de culpar al socio de negocios de Taylor, Troy McNeill, pero la evidencia de ADN no lo señaló a él. Sin embargo, nueve meses después, fiscalía tomó una muestra del ADN del hijo de McNeill, Troyniko, y encontraron rastros de la misma en las evidencias almacenadas del caso de Taylor.

Mr. McNeill padre, en su desesperación por salvar a su hijo de la cárcel, buscó a mi colega McGuiness menos de una semana antes de que comenzara el juicio en su contra. Aunque ya había contratado los servicios de un experto abogado criminalista de Las Bahamas, un contacto de Miami le recomendó hablar con McGuiness y por eso lo llamó. McGuiness, en su evaluación del caso, descubrió que la fiscalía estaba basando el caso en la prueba de ADN solamente. Curiosamente la defensa no había contratado a ningún experto en ADN para consultar el caso. Además, el asesinato sucedió en el segundo piso de la residencia del diseñador, el cual fue apuñalado repetidamente con un patrón de violencia extrema. Esto no concordaba con la realidad física del acusado, quien al momento del crimen se encontraba severamente lastimado en una pierna por un accidente de baloncesto y estaba usando muletas. Ningún testigo lo pudo identificar como presente en la escena del crimen, y no tenía ningún récord criminal o de problemas de ira extrema.

Convencido de la inocencia de Troyniko, McGuiness se dio a la tarea de conseguir a un experto en ADN en menos de tres días para utilizarlo como testigo en el caso. Por otro lado, investigó al experto utilizado por la defensa. Descubrió que el experto de la defensa, quien residía y practicaba su profesión en los Estados Unidos, compareció en una corte estadounidense testificando que había cometido varios errores en sus análisis de ADN en un caso del estado de la Florida, solo unos meses antes. Como golpe de gracia, McGuiness localizó a un experto en biología quien fue profesor del experto de la fiscalía. Aunque este profesor no tuvo tiempo de inspeccionar la evidencia específica del caso de Taylor, sí pudo testificar como experto en ADN, explicando al jurado la manera en que la evidencia de ADN se debe recolectar y manipular para ser confiable.

Días después mi amigo McGuiness asistió al juicio en calidad de observador, y pudo ser partícipe del veredicto, donde en poco más de tres horas el jurado declaró a su cliente no-culpable.

Para mí este es un gran ejemplo de cómo una evidencia de ADN no necesariamente es el factor determinante en un caso. El deber de un buen investigador es analizar todos los ángulos de esa evidencia, como se haría con cualquier otra - evaluar cómo se obtuvo, cuál fue la cadena de custodia de esa evidencia, quién la analizó, cuáles son las variables que se pueden aplicar al caso... En fin, es buscarle la quinta para al gato, encontrarla, y usarla para el beneficio del cliente.

Fernando Fernández,  PI, BAI, CCDI, CDRS, CII, CAS, CHS-II

Presidente - Covert Intelligence, LLC

 

Fernando Fernández se dedica a la investigación privada en el Caribe desde hace más de 10 años con su compañía Covert Intelligence, LLC. Además de ser experto en investigaciones tecnológicas y de informática forense, se especializa en lenguaje corporal y micro/macro expresiones, investigaciones criminales, y ofrece seminarios sobre el arte de la interrogación. Es autor de la novela "Paradise Undercover", basada en sus experiencias en investigaciones en el Caribe, y de la libreta "El Arte de Detectar Mentiras".

 

Para más información, o para coordinar una entrevista con Fernando Fernández, puede llamar al

787-603-4504 o enviar un correo electrónico a covertintelligence@yahoo.com.

 




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